Primer Capítulo.
Introducción.
Actualmente existen miles de
versiones de La biblia, cada vez más adaptadas a las exigencias de las
distintas religiones; obedeciendo más a los intereses económicos que a la
espiritualidad de las comunidades o iglesias.
Dadas estas circunstancias,
presento la oportunidad de revisar minuciosamente la realidad respecto a la
verdad que nos fue entregada por nuestro
Creador, El Padre Eterno, YHWH.
En esta exposición pretendo
aclarar la realidad de nuestra herencia, y las circunstancias que han afectado
nuestras creencias.
El mensaje de Yeshúa el Mashíaj
de YHWH, tiene que ser resucitado de nuevo entre nosotros; quienes estamos
interesados en conocer la verdad, más que pertenecer a un grupo social o
religión, (iglesia).
Nuestra gran misión es la
formación de tantos tzadiquim (justos) como nos sea posible, que vivan dentro
de las enseñanzas de Yeshúa, sin temor, sin avergonzarnos de quién es nuestro líder
y cuál es su legado.
Yeshúa no vino a inventar una
nueva religión. Tenemos la Toráh y los mandamientos; es decir, las instrucciones
del YHWH para nuestras acciones y conducta.
Debemos redescubrir las
enseñanzas de Yeshúa fundamentadas en Las Escrituras como modelo y ponerlas por
obra, para esparcir sus enseñanzas entre todas las naciones.
Nuestro Rabino Yeshúa prometió que si él es levantado, atraerá sobre
sí mismo a todos los creyentes. "Y
yo, si fuere levantado, a todos atraeré a mí mismo". Tenemos la sagrada
responsabilidad de mostrar quién fue realmente Yeshúa; y cuando se tenga hambre
y sed de YHWH y se encuentre con él, ya no podrá ser más la misma persona.
Somos responsables de darlo a
conocer, de mostrar su grandeza, su piedad, su sabiduría, su herencia para que
otros no tomen más su honor, el honor que le pertenece por derecho propio,
porque, como fue dicho de él, "expuso
su alma hasta la muerte" con tal de facilitar luego la redención final
de Israel y del mundo, introduciendo los méritos necesarios para el perdón de
los pecados voluntarios, de los que no hay provisión alguna en el sistema levítico
convencional, sino solamente condenación y juicio. Por los méritos del Tzadik
de Israel, aquellos pecados para los cuales jamás podríamos encontrar perdón y
justificación, el Eterno perdona y justifica por la intervención del Tzádik
Yeshúa HaMashiaj.
Un aspecto de suma importancia lo
constituye el hecho de la inclusión y explicación de palabras y nombres expresados en el idioma
original de Las Escrituras, debido a que sin el necesario conocimiento del
mismo no sería posible comprender el mensaje intrínseco en ellas; no debemos
ignorar que a través de los siglos, Las Escrituras han sufrido cambios de
carácter gramatical y cultural, que afectan dramáticamente el mensaje contenido
en las mismas.
El
Sistema escritural Hebreo.
El Sistema escritural hebreo o
hebreo bíblico, también se conoce con el nombre de álef-bet, no alfabeto; una
palabra formada a partir de las dos primeras letras de este sistema: la alef y
la bet.
Está formado por 22 letras. Es
importante destacar que en este no existe una distinción entre letras
mayúsculas y minúsculas. En general, solo hay una forma para cada letra. Una
excepción son las letras sofit, que se escriben de forma distinta cuando ocupan
la última posición de una palabra.
Además, es un sistema sin
vocales. Los hablantes de esta lengua no necesitan escribir las vocales ya que
pueden ser deducidas a partir del resto de letras. Aun así, existe un sistema
de puntuación llamado niqqud que ayuda a determinar el sonido de vocales y
consonantes.
Técnicamente el sistema
escritural hebreo no es un alfabeto sino un abyad. Este es el término utilizado
para denominar aquellos sistemas de escritura que no tienen vocales. El hecho
de que disponga de símbolos diacríticos (niqqud) para indicar las vocales hace
que sea considerado un abyad impuro.
Los números en hebreo. Las letras
de la escritura hebrea son también la base para el sistema numérico hebreo. Las
primeras 10 letras del alefbet representan los números del 1 al 10. Las
siguientes 10 letras representan las decenas, desde 10 hasta 90. Las letras
restantes sirven para representar centenas.
Durante muchos siglos el hebreo
fue una lengua utilizada únicamente en ámbitos religiosos. A partir del siglo
XIX empezaron los esfuerzos para recuperar la lengua y darle un uso cotidiano.
Uno de los grandes promotores de esta nueva era de la lengua hebrea fue Eliezer
Ben Yehuda; dando lugar al idioma hebreo moderno, el cual difiere del antiguo
de manera importante.
Actualmente se estima que el
número de hablantes de hebreo moderno está alrededor de más 9 millones, de los
cuales más de 5 millones viven en Israel.
El idioma hebreo moderno ha sido
utilizado no solo para escribirse solo el mismo, sino también otras lenguas de
la diáspora, incluyendo el yidis, el judeoespañol o ladino, el karaim y el
judeoárabe; lenguas descendientes del hebreo. Como consecuencia la lengua hebrea
ha sufrido diversos procesos de cambio lingüístico, por lo que difieren en
pronunciación, gramática y vocabulario.
La modernización de la lengua
hebrea trajo consigo el sincretismo cultural; justificando y dando cabida a la
introducción de conceptos religiosos propios de los cultos a deidades de los
Sumerios, Acadios, Babilonios, Asirios, etc. Y la adaptación del culto romano a
Mitra.
Los primeros pensadores
cristianos fueron judíos helenistas que vivían en un mundo pagano, por eso sus
primeras teorías tienen una base teórica judía teñida de rituales propios del
paganismo antes citado. Alfred Loisy
considera que el cristianismo es más o menos una adaptación de los elementos
esenciales de los misterios paganos al monoteísmo judío de esos siglos. La
consciencia religiosa del cristianismo es condicionada por una tradición religiosa
anterior, no el producto de experiencias religiosas absolutamente
independientes que tendrían en sí mismas toda su explicación.
Así como las diferentes lenguas
románicas son idiomas emparentados, y difieren en un gran número de aspectos,
de modo tal que los hablantes de las últimas no necesariamente llegan a
comprender el latín sin previo aprendizaje del mismo; los hablantes del hebreo
moderno no comprenderán el hebreo antiguo sin aprender las diferencias entre
ambos; debido a que existen diferencias tanto en grupos de hablantes en
diferentes regiones en la pronunciación, gramática y vocabulario.
Cabe destacar que el hebreo dejó
de hablarse alrededor del siglo IV, aunque siguió utilizándose en la literatura
y, sobre todo, en la liturgia y con propósitos académicos. En Palestina
(Israel) fue sustituido como lengua hablada principalmente por el arameo. En
cuanto a la diáspora judía, sus lenguas comunes han sido históricamente sobre
todo dos: el yídish entre los judíos llamados asquenazís (centro y este de
Europa) y el ladino o judeoespañol entre los llamados sefardíes, procedentes de
la península ibérica.
El Hebreo moderno como lengua
hablada fue recuperado por el sionismo a finales del siglo XIX, gracias al
trabajo de, entre otros, Eliezer Ben Yehuda, para servir de lengua nacional al
futuro Estado judío.
Como en un principio, la mayoría
de hablantes de hebreo moderno tenían antepasados europeos, y durante siglos el
hebreo fue una lengua de uso litúrgico y académico, y era una lengua muerta de
tipo litúrgico, el renacimiento del hebreo como lengua materna de una comunidad
fue acompañado de una notable influencia de tipo sustrato de las lenguas
europeas. También en gramática el uso de la lengua como lengua vehicular en
Israel ha hecho surgir nuevos usos no presentes en el hebreo bíblico. Sin
embargo, las olas de refugiados judíos, expulsados de los países árabes a
partir de 1948, en números que igualaron y, con el tiempo, sus descendientes,
superaron en número a los de origen europeo, se reivindicó, en cierta medida,
la pronunciación tradicional.
Las Escrituras (La Biblia) es la
principal fuente para el hebreo clásico y dicha lengua se usa también en varias
inscripciones de la Antigüedad. Es de gran importancia la comprensión de su
pronunciación,
gramática y léxico. Sin este conocimiento la lengua hebrea bíblica no es más
que una lengua muerta como lo fue desde el siglo IV hasta el XIX.
Continuara...
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