jueves, julio 02, 2020

Descifrando las Escrituras


Primer Capítulo.
Introducción.
Actualmente existen miles de versiones de La biblia, cada vez más adaptadas a las exigencias de las distintas religiones; obedeciendo más a los intereses económicos que a la espiritualidad de las comunidades o iglesias.  
Dadas estas circunstancias, presento la oportunidad de revisar minuciosamente la realidad respecto a la verdad que nos fue entregada por nuestro  Creador, El Padre Eterno, YHWH.  
En esta exposición pretendo aclarar la realidad de nuestra herencia, y las circunstancias que han afectado nuestras creencias.

El mensaje de Yeshúa el Mashíaj de YHWH, tiene que ser resucitado de nuevo entre nosotros; quienes estamos interesados en conocer la verdad, más que pertenecer a un grupo social o religión, (iglesia).
Nuestra gran misión es la formación de tantos tzadiquim (justos) como nos sea posible, que vivan dentro de las enseñanzas de Yeshúa, sin temor, sin avergonzarnos de quién es nuestro líder y cuál es su legado.
Yeshúa no vino a inventar una nueva religión. Tenemos la Toráh y los mandamientos; es decir, las instrucciones del YHWH para nuestras acciones y conducta.
Debemos redescubrir las enseñanzas de Yeshúa fundamentadas en Las Escrituras como modelo y ponerlas por obra, para esparcir sus enseñanzas entre todas las naciones.
Nuestro Rabino Yeshúa  prometió que si él es levantado, atraerá sobre sí mismo a todos los creyentes. "Y yo, si fuere levantado, a todos atraeré a mí mismo". Tenemos la sagrada responsabilidad de mostrar quién fue realmente Yeshúa; y cuando se tenga hambre y sed de YHWH y se encuentre con él, ya no podrá ser más la misma persona.
Somos responsables de darlo a conocer, de mostrar su grandeza, su piedad, su sabiduría, su herencia para que otros no tomen más su honor, el honor que le pertenece por derecho propio, porque, como fue dicho de él, "expuso su alma hasta la muerte" con tal de facilitar luego la redención final de Israel y del mundo, introduciendo los méritos necesarios para el perdón de los pecados voluntarios, de los que no hay provisión alguna en el sistema levítico convencional, sino solamente condenación y juicio. Por los méritos del Tzadik de Israel, aquellos pecados para los cuales jamás podríamos encontrar perdón y justificación, el Eterno perdona y justifica por la intervención del Tzádik Yeshúa HaMashiaj.
Un aspecto de suma importancia lo constituye el hecho de la inclusión y explicación de  palabras y nombres expresados en el idioma original de Las Escrituras, debido a que sin el necesario conocimiento del mismo no sería posible comprender el mensaje intrínseco en ellas; no debemos ignorar que a través de los siglos, Las Escrituras han sufrido cambios de carácter gramatical y cultural, que afectan dramáticamente el mensaje contenido en las mismas. 

El Sistema escritural Hebreo.
El Sistema escritural hebreo o hebreo bíblico, también se conoce con el nombre de álef-bet, no alfabeto; una palabra formada a partir de las dos primeras letras de este sistema: la alef y la bet.
Está formado por 22 letras. Es importante destacar que en este no existe una distinción entre letras mayúsculas y minúsculas. En general, solo hay una forma para cada letra. Una excepción son las letras sofit, que se escriben de forma distinta cuando ocupan la última posición de una palabra.
Además, es un sistema sin vocales. Los hablantes de esta lengua no necesitan escribir las vocales ya que pueden ser deducidas a partir del resto de letras. Aun así, existe un sistema de puntuación llamado niqqud que ayuda a determinar el sonido de vocales y consonantes.
Técnicamente el sistema escritural hebreo no es un alfabeto sino un abyad. Este es el término utilizado para denominar aquellos sistemas de escritura que no tienen vocales. El hecho de que disponga de símbolos diacríticos (niqqud) para indicar las vocales hace que sea considerado un abyad impuro.
Los números en hebreo. Las letras de la escritura hebrea son también la base para el sistema numérico hebreo. Las primeras 10 letras del alefbet representan los números del 1 al 10. Las siguientes 10 letras representan las decenas, desde 10 hasta 90. Las letras restantes sirven para representar centenas.

Durante muchos siglos el hebreo fue una lengua utilizada únicamente en ámbitos religiosos. A partir del siglo XIX empezaron los esfuerzos para recuperar la lengua y darle un uso cotidiano. Uno de los grandes promotores de esta nueva era de la lengua hebrea fue Eliezer Ben Yehuda; dando lugar al idioma hebreo moderno, el cual difiere del antiguo de manera importante.
Actualmente se estima que el número de hablantes de hebreo moderno está alrededor de más 9 millones, de los cuales más de 5 millones viven en Israel.
El idioma hebreo moderno ha sido utilizado no solo para escribirse solo el mismo, sino también otras lenguas de la diáspora, incluyendo el yidis, el judeoespañol o ladino, el karaim y el judeoárabe; lenguas descendientes del hebreo. Como consecuencia la lengua hebrea ha sufrido diversos procesos de cambio lingüístico, por lo que difieren en pronunciación, gramática y vocabulario.
La modernización de la lengua hebrea trajo consigo el sincretismo cultural; justificando y dando cabida a la introducción de conceptos religiosos propios de los cultos a deidades de los Sumerios, Acadios, Babilonios, Asirios, etc. Y la adaptación del culto romano a Mitra.

Los primeros pensadores cristianos fueron judíos helenistas que vivían en un mundo pagano, por eso sus primeras teorías tienen una base teórica judía teñida de rituales propios del paganismo antes citado.  Alfred Loisy considera que el cristianismo es más o menos una adaptación de los elementos esenciales de los misterios paganos al monoteísmo judío de esos siglos. La consciencia religiosa del cristianismo es condicionada por una tradición religiosa anterior, no el producto de experiencias religiosas absolutamente independientes que tendrían en sí mismas toda su explicación.

Así como las diferentes lenguas románicas son idiomas emparentados, y difieren en un gran número de aspectos, de modo tal que los hablantes de las últimas no necesariamente llegan a comprender el latín sin previo aprendizaje del mismo; los hablantes del hebreo moderno no comprenderán el hebreo antiguo sin aprender las diferencias entre ambos; debido a que existen diferencias tanto en grupos de hablantes en diferentes regiones en la pronunciación, gramática y vocabulario.

Cabe destacar que el hebreo dejó de hablarse alrededor del siglo IV, aunque siguió utilizándose en la literatura y, sobre todo, en la liturgia y con propósitos académicos. En Palestina (Israel) fue sustituido como lengua hablada principalmente por el arameo. En cuanto a la diáspora judía, sus lenguas comunes han sido históricamente sobre todo dos: el yídish entre los judíos llamados asquenazís (centro y este de Europa) y el ladino o judeoespañol entre los llamados sefardíes, procedentes de la península ibérica.

El Hebreo moderno como lengua hablada fue recuperado por el sionismo a finales del siglo XIX, gracias al trabajo de, entre otros, Eliezer Ben Yehuda, para servir de lengua nacional al futuro Estado judío.

Como en un principio, la mayoría de hablantes de hebreo moderno tenían antepasados europeos, y durante siglos el hebreo fue una lengua de uso litúrgico y académico, y era una lengua muerta de tipo litúrgico, el renacimiento del hebreo como lengua materna de una comunidad fue acompañado de una notable influencia de tipo sustrato de las lenguas europeas. También en gramática el uso de la lengua como lengua vehicular en Israel ha hecho surgir nuevos usos no presentes en el hebreo bíblico. Sin embargo, las olas de refugiados judíos, expulsados de los países árabes a partir de 1948, en números que igualaron y, con el tiempo, sus descendientes, superaron en número a los de origen europeo, se reivindicó, en cierta medida, la pronunciación tradicional.

Las Escrituras (La Biblia) es la principal fuente para el hebreo clásico y dicha lengua se usa también en varias inscripciones de la Antigüedad. Es de gran importancia la comprensión de su pronunciación, gramática y léxico. Sin este conocimiento la lengua hebrea bíblica no es más que una lengua muerta como lo fue desde el siglo IV hasta el XIX. 


Continuara...

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