domingo, diciembre 25, 2011

Cuidado con lo que dices.


Isaías 58:13-14.Si retrajeres del día de Shabat tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de HaShem; y lo honras, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras,                                                                                         entonces te deleitarás en HaShem; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Yaakov tu padre; porque la boca de HaShem lo ha hablado.” 
Un refrán popular  dice que las palabras se las lleva el viento, lo cual es absolutamente falso, la verdad es que,  Las palabras no se  las lleva  el viento, Las palabras, dejan huellas, tienen poder e influyen positiva o negativamente. Curan o hieren a una persona. Por eso las sagradas escrituras nos exhortan con respecto a las palabras, y elogian a los que hablan poco. Piensa en esto y cuida tus pensamientos, porque ellos se convierten en palabras, y cuida tus palabras, porque ellas marcan tu destino.  Piensa muy bien antes de hablar, cálmate cuando estés airado o resentido y habla solo cuando estés en Shalom. De las palabras depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra.  Una cometa o papagayo, se puede recoger después de echarla a volar pero las palabras jamás se podrán recoger una vez que han salido de nuestra boca. Las palabras tienen mucha fuerza, con ellas podemos destruir lo que hemos tardado tanto tiempo en construir. Cuantas veces una palabra fuera de lugar es capaz de arruinar algo por lo que hemos luchado, cuantas veces una palabra de aliento tiene el poder de regenerarnos y darnos Shalom.                                                          Las palabras insultantes o despectivas nunca han creado algo edificante. Con el uso de expresiones agresivas, lastimamos a las personas, provocamos heridas, creando resentimientos y dolor, que se volverán a nosotros.  La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en delicado papel y la ofrecemos con ternura ciertamente será aceptada con agrado. Las palabras son la manifestación de nuestro mundo interior, al cuidar de nuestro lenguaje purificamos nuestro mundo interior. Muchas enfermedades son únicamente el producto de nuestros  pensamientos  desequilibrados. La violencia, las mentiras, el resentimiento y tantas  otras cosas existen y conviven con nosotros en este mundo, ante ello tenemos que cultivar cualidades de amor, verdad y gratitud. Creando un solido mundo interior en donde la bondad y la verdad brillen, para luego extender este mundo interior a las personas de nuestro alrededor.  Las palabras son vivas,  maldición o bendición, alientan o abaten, salvan o condenan, si todas nuestras  palabras son amables, los ecos que escuchamos también lo serán. De mi depende si las uso para bien o para mal, tanto para mi, para ti como para los demás. Cuidemos nuestras  palabras, ellas tienes poder. Hablemos de tal manera que en nuestra  alma y la de los demás quede Shalom. 

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